Hay dos cosas que impiden a una persona de cambiar de vida:
-La gravedad del problema
-El alivio temporal de un problema
La gravedad del problema es cuando la persona se siente sin fuerzas, impotente delante de un problema aparentemente sin solución. Un cáncer. Un amor perdido. Un negocio fracasado. Un problema imposible de resolver.
La persona se siente tan débil, tan incapaz, que ella desiste antes mismo de luchar. O se cansa de luchar y entonces desiste.
La número 2 es curiosa. Yo tengo observado que cuando una persona pasa por un problema, busca ayuda y consigue un alivio, es común ella acomodarse, relajarse por el hecho de que la situación no esté tan mal como antes.
El cáncer está bajo control. Las peleas en el matrimonio ahora son solo de vez en cuando en vez de todos los días. Consiguió dos nuevos clientes en el negocio que van a mantener sus cuentas al día, por lo menos por ahora. En fin, una solución temporal.
Pero, fíjese que el problema no desapareció – apenas mejoró.
El denominador común de esas dos cosas es que ambas consiguen el mismo resultado:
-Hacer que la persona pare de luchar.
Por lo tanto, aquí están dos antídotos:
-Entregue la gravedad del problema a Dios. Él es el que hace los milagros, no usted. Como la situación será solucionada es problema de Dios. Su problema será luchar hasta el fin.
Cuidado con el alivio de un problema que no es definitivamente resuelto. Corte el mal por la raíz. Si la situación mejoró, ahora no es la hora de descansar, mas de seguir luchando para garantizar que aquel problema nunca más levantará la cabeza.
En resumen: Para cambiar de vida, nunca deje de luchar.
Centro de Ayuda Espiritual - IURD/Chile