Dios nos habla a través de Su Palabra, ella es nuestro alimento de cada día, que nos fortalece y nos prepara para vencer el mal, el cual siempre intenta atacarnos, para que desistamos de la fe.
Pero la Palabra de Dios, solo se cumple cuando existe obediencia. Los héroes de la fe del pasado se destacaron e hicieron diferencia, en su época, porque ellos escucharon y obedecieron la voz de Dios.
Abraham, por ejemplo, vivía en su tierra y en la casa de sus padres y un día Dios le dijo: “Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, …”
(Génesis 12:1-2).
(Génesis 12:1-2).
Dios quería hacer una obra grande en la vida de Abraham, pero él tenía que obedecer Su voz. Abraham creyó en la promesa de Dios y obedeció, esto lo llevó a convertirse en el padre de la fe.
Otro caso fue Isaac, en una época él vivió momentos difíciles, cuando hubo hambre en la tierra, pero Dios le dijo: “No desciendas a Egipto; habita en la tierra que yo te diré… Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras; y todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente, …”
(Génesis 26:2-5).
(Génesis 26:2-5).
Isaac obedeció, creyendo en la Promesa de Dios, él se arriesgó y sembró en aquella tierra. “Y sembró Isaac en aquella tierra, y cosechó aquel año ciento por uno; y le bendijo el Señor…”. (Génesis 26:12).
Hoy, Dios también quiere manifestarse, pero de igual manera hay que escuchar Su voz y obedecer Su Palabra. Jesús en una ocasión dijo: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena…”
(Mateo 7:24-26).
(Mateo 7:24-26).
Las personas que edifican su vida sobre la arena, son las que no obedecen la voz de Dios y a causa de esto su vida no progresa, porque no hay una entrega verdadera.
Para vencer el mal y permanecer firmes es necesario apoyarnos en la Palabra de Dios, escucharla y obedecerla. No basta solo tener conocimiento de la Palabra de Dios, es necesario oírla y practicarla.
Además es necesario saber esperar, como lo hizo Isaac. Él sembró y tuvo que esperar a que la tierra comenzara a producir sus frutos. Todo en nuestra vida es un proceso y con Dios no es diferente, Dios va abriendo puertas de acuerdo a nuestra fidelidad y obediencia.
Obispo Paulo Roberto /IURD.